Desde cero

22 10 2012

Probablemente no tenga mucho sentido seguir pensando, y ahora es el momento de actuar.
Es difícil dejar atrás los miedos, pero ya me he decidido a ser felíz y a disfrutar mi corazón y sus sentimientos.





Something from my Diary

15 08 2012

This is not something from my diary, but it is a part of what I have been thinking recently.

I thought I had made a resolution of not getting myself involved with someone youger than me, yet here I am, trying to persuade and seduce a 24 year old girl who’s still in college… Oh! What’s left of my integrity!





Francisca, yo te amo

4 07 2010

Si, yo la amé y debo admitir que hasta hace algunos años atrás la seguía amando. Y es que Francisca fue el epítome de todo lo que una relación lésbica adolescente debe ser: un dramón espectacular y personal de principio a fin. Dicen por ahí que todo amor del bueno hace sufrir y que por lo general es siempre una de las dos partes la que más sufre. En mi caso esto resultó ser demasiado cierto, pues mi relación con Francisca fue efectiva y exclusivamente eso; mi relación con ella, no la de ella conmigo.

Tal vez esta sea una de las situaciones más extrañas que me haya tocado explicar, ya que en realidad creo que no he leído ni visto nada similar. Existe una diferencia (si bien leve) entre una obsesión y una relación unilateral con alguien, y de no existir entonces creo que la acabo de inventar y hacerla real. La diferencia principal recae en el hecho que una obsesión puede –y es efectivo para la mayoría de los casos- tener desenlaces algo trágicos y demasiado penosos o dañinos para una o ambas partes. Afortunadamente ese no fue mi caso, ya que ninguna de las dos sufrió ni fue herida más de lo adolescentemente posible. Mi relación con ella fue unilateral porque nació desde lo más aislado y solitario de mi imaginación, porque yo quería que las cosas se mantuviesen dolorosamente anónimas y en realidad nunca pude conjurar las agallas suficientes como para exclamar mis sentimientos hacia ella. Además, el hecho de ser adolescente ya le da un toque mucho más dramático a todo el embrollo.

Francisca apareció en mi vida cuando yo tenía 16 años; escolar, muy indecisa, de dientes chuecos y separados: toda una papelucha. Efectivamente ahora me doy cuenta que mi total falta de personalidad y desplante jugaron un factor fundamental en mi desarrollo, no solo como mujer, sino también como futura fleta para Chile. Y es que siendo la más pequeña de una familia de cuatro personas, con un único miembro masculino (literalmente), mi padre, subyugado por el fuerte carácter de mi madre, era predecible que mi formación iba a ser como la de la mayoría de los hijos menores en mi país: una mamona de mierda, polleruda y con vergüenza hasta para salir de la casa. Afortunadamente el pollerismo terminó cuando fue mi turno de salir de casa para comenzar mi formación univesitaria/gay, que obviamente fue nutrida desde kindergarten, junto con mis inseguridades

Para mi fue difícil conocer personas fuera del núcleo familiar hasta por lo menos la enseñanza media. Principalmente le adjudico esa culpa a la omnipresencia de mi madre, desde mi gestación en su útero, hasta mi graduación de enseñanza media. Ella fue mi tía de jardín, ya que nos llevó a mi hermana y a mí al mismo jardín donde ella trabajaba. De cierta manera debo agradecerle a mi madre por ayudarme a ser la fleta profesional que ahora soy, ya que si ella me hubiese alejado de mis juegos con los Legos, los Playmobil y los Mekano que habían en los sectores de juguetes-para-niños, no sería la mujer inquieta, hábil con las manos (cosa que muchas me agradecen) y creativa que ahora soy. Es por eso que a la primera oportunidad que tuve de escaparme de su siempre presente mirada, la tomé sin pensarlo dos veces. Tal oportunidad acontecía todos los martes, jueves y sábados en la academia de basketball del colegio. Y es ahí dónde la conocí.

La pampa

La pampa y sus recuerdos





La Nociva Rebelde en la Guinda de la Torta

12 05 2010

En este espacio se encuentra una de mis últimas creaciones: La Nociva Rebelde, otra de las maquinaciones de mi imaginación.

Obviamente enThe Lesbionic Woman estará la versión completa de los posteos… la versión uncut.

Aquí les va la primera entrega:

Memorias de una Lesbiana “in hiatus”

Siempre que se empieza a escribir una memoria, hay que comenzar explicando algo; lo que sea que ocurrió o lo que va a ocurrir. Lo malo de esto es que al escribir las memorias, salen a flote situaciones que a veces pensamos estaban superadas, y para efectos de esta memoria tendré que remontarme hace 15 años atrás, cuando tuve mi primer encuentro lésbico.
Por favor entiéndase que por lésbico no me refiero a un encuentro sexual (o cachondo), sino más bien a reconocerme lesbiana y empezar a sentirme cómoda en mi propio cuerpo de mujer que gusta de otras mujeres.
¡Sí, adivinaron correctamente! Si pensaron que la primera cosa que nombraría sería mi primer amor fleto, pues sí, eso es lo que haré en el primer capítulo.

CAPÍTULO I

“Cuando era chiquitita…”

Cuando era chiquitita era fleta, de eso no tengo la menor duda. Recuerdo una vez hace muy poco tiempo –incluso antes que se me antojara escribir una memoria- una amiga me preguntó desde qué edad yo sabía que me gustaban las mujeres. Yo tenía la intención de decirle que desde que tengo uso de razón, pero luego pensé que eso podía sonar demasiado pedante, además mi amiga es un tanto incrédula de las cosas que los demás le cuentan; yo creo que es porque a ella nunca le pasa nada interesante, al menos no desde que se casó con su pareja de más de 5 años –que de por sí ya es una eternidad, y no lo digo porque esté de acuerdo con el estereotipo que la mayoría maneja de que los homosexuales y las lesbianas somos promiscuos, sino porque no hay gay ni fleta que entienda cómo es que siguen juntas a pesar de todas las veces que han sido infieles y descaradamente nos usan al resto como coartadas para sus mentiras- y claro, nosotras las mujeres tenemos esa tendencia a ponernos “fomes” y “abuelas” en nuestro comportamiento cuando nos asentamos con otra mujer, quizás por una cosa hormonal, porque estamos predeterminadas a entrar en modo “incubadora” cuando estamos en pareja, o porque simplemente nos da paja (sí, a las lesbianas también nos da paja) y por la menor cantidad de roce social que tenemos al ponernos “pajeras” simplemente nos cuesta creer cualquier cosa que no suceda tras las paredes de nuestro hogar.
Efectivamente mi primer amor lésbi-toritillero sucedió cuando yo tenía alrededor de 6-8 años, y sí, fue de mi profesora. Mientras le explicaba los miles de atributos que hacían de esta mujer la más perfecta de todas (hipotéticamente hablando, para que mi futura ex no se sienta mal) ella me detuvo en seco en mi narración, para acotarme que en realidad todos nos enamorábamos de nuestro profesor en algún momento de nuestra educación, especialmente en la etapa inicial del colegio, porque vemos a los profesores como una extensión de nuestros padres, y la cosa del síndrome de Galatea y no sé qué más y que si pensaba que en ese momento me había dado cuenta de mi lesbianismo, pues entonces no era tan así, por lo que me había explicado con anterioridad. Yo la interrumpí y le dije que en realidad era cierto lo de los enamoramientos platónicos de los alumnos con los profesores, especialmente en esa edad, pero igualmente mi caso era mi realización de mi verdad sexual porque, de haber sido el caso de la manera “normal”, hubiese sido de mi profesor y no mi profesora de la que me hubiese enamorado; también le aclaré que Galatea es un síndrome que padecen los hombres al hacer caso omiso de los defectos de su enamorada y resaltar solamente sus virtudes, a idealizar su figura. En todo caso, siempre pensé que ella tenía un rostro preciosísimo y unos ojos realmente encantadores, incluso ahora, cuando miro nuestras fotos de curso.
Ella tenía ese aire de mujer sabia que siempre me ha atraído, un porte y presencia que resaltaban de entre los demás. Obviamente todos estos atributos eran exaltados por mi percepción de la realidad, junto con mi fructífera imaginación, pero lo que siempre permanecerá cierto en mi corazón es que ella es una mujer preciosa y que gracias a ella mi vida comenzó a tener un poco más de sentido, afectivamente hablando, por supuesto. Todos sabemos que hay personas que marcan nuestras vidas para siempre, que no tienen parangón en ningún ámbito y que se atesoran realmente cuando el tiempo ha pasado y el contacto se reduce a los recuerdos. Entonces supongo que esta es mi manera de inmortalizar a mi Galatea y darle el lugar que se merece en este mundo. Ya que para mi nunca habrá otra profesora, mujer, ni imagen mas fundamental en mi vida afectiva que mi primer amor, ese que apareció de la nada, sin intereses creados ni influencias mediáticas, el que formaría la base de mis parámetros de búsqueda más adelante. Gracias profesora Soledad, por hacer de mi una fleta integra y de principioThe sound of musics y valores claros. Siempre serás mi primer amor limpio de influencias y sentimientos bizarros.
Más adelante, luego que mi afición por mi profesora terminara (porque ya había terminado mi ciclo de educación básico y ya no tendría más clases con ella, entre otras cosas) comencé a ver a otras personas, otras compañeras para ser más precisa, y empecé a sentir cosas por ellas. Dentro de todas las niñas que cabían dentro de mi grupo de “posibles fletas” estaba Consuelo; la chiquilla con la sonrisa más linda del curso. Recuerdo que en esos tiempos no había tanta holgura como para obviar el hecho de que dos amigas anduviesen de la mano por la calle, ni mucho menos dentro del recinto escolar y fue precisamente por este motivo que ella me llamó la atención más que las otras chiquillas. Es sabido por todas las fletas del mundo (y es a esto a lo que yo llamo conocimiento fleto in fetus, pues según yo todas nacimos con el gaydar cargado de datos útiles predeterminados) que la mayoría de las lesbianas son reconocidas por su comportamiento masculinizado, con tendencia a la práctica de deportes más rudos y menos sutiles. Pero lo que no se ve realmente de las lesbianas es lo que subyace, el trasfondo de la actitud de una mujer lesbiana. Detrás de su comportamiento “amachado” yace el verdadero sentido de este, la ironía y subversión del mensaje que realmente quiere entregar y enviar al resto del mundo: que los roles de hombre y mujer no son exclusivos del hombre ni de la mujer. Es visto como normal que un hombre lleve y viva su sexualidad de manera más abierta y compartida con el resto, debido a su naturaleza expuesta y a la posición de su genitales. El hombre no tiene miedo ni recatos en hablar de sus relaciones sexuales, ni tampoco de vivir su sexualidad de manera más abierta. No es así el caso de las mujeres, que por su “naturaleza” reservada y sentido de la vergüenza e intimidad no eran tan expresivas ni explícitas en cuanto a lo que quieren o viven sexual y afectivamente. Esa era mi concepción del mundo de los roles masculino y femenino, hasta que apareció Consuelo y su amiga Karen. En realidad no sé desde que punto eran realmente amigas y hasta qué punto mi imaginación las convirtió en algo más que solo amigas, pero fue precisamente eso lo que me hizo abrir los ojos y saltar al mundo de las dudas y el descubrimiento.
Su relación podría definirse como “fuera de norma”, para la época, ya que su comportamiento emitía dos señales y en mi caso estas señales llegaban de manera confusa. Por un lado eran las típicas niñas coquetas, lindísimas y muy populares entre sus compañeros. Obviamente yo era (¿O tal vez aún soy?) todo lo contrario a ellas, mas teníamos algo en común, puesto que a las tres nos gustaban los ejercicios más físicos que mentales. Hasta aquí todo normal, típico comportamiento de adolescentes, mas lo diferente es que ellas trasgredían el sentido de normal por ser tan irreverentes en su comportamiento. Si bien gustaban de y eran ampliamente aceptadas por los hombres, mandaban esas señales que nosotras fletas interpretamos como unívocas, pues poseían la rudeza de un hombre, pero eran femeninas como una niña, coqueteaban entre lo masculino y lo femenino sin realmente percatarse de su transgresión. La mezcla perfecta entre inocencia y atrevimiento.
Puede que hasta cierto momento de mi adolescencia haya mantenido estas dudas con respecto a mis compañeras de manera secreta, pues no era conveniente ni prudente que gritara al mundo mis dudas, porque en realidad dudas propias no tenia, ya que yo siempre supe de lo mío, mas es del resto del mundo del que dudo. Obviamente las dudas hacia mis compañeras igual me duraron muy poco, pues al tiempo ellas ya estaban con pololos. Fue en ese momento que decidí ser más cuidadosa con mi cucharón y a quienes se lo entregaba temporalmente; los enamoramientos también hieren y como son los más recurrentes son los que más daño acumulado dejan como residuo.
En esta etapa de mi vida paso a narrar el evento que diría fue el clímax de mi vida adolescente y mi primer real amor fleto: Doña Francisca P.





Ombligo

10 02 2010

Mejillones

Y si me convierto en un nudo de brazos, piernas, tronco  cabeza y me enredo

Me transformo en un montón de extremidades dislocadas y amorfas, en vergüenza y envidia. Y si te desprecio por ya no ser yo tu centro ni tú mi mayor amor y te miento.

Y si me fundo con el atardecer y vuelvo a aparecer todos los días en otro país. Si mi ombligo se convierte en todo lo que queda de mi y mi pelo sean las raíces de los pocos recuerdos que crecieron en ti.

Y si renazco en mi propio cuerpo como una masa grotesca de dientes y ojos… sólo restos de lo poco en vida que alguna vez fuí.

Fetus in fetu

Un ombligo dentro de otro

Si me convierto en nudo nuevamente… ¿Me amarás asi?





Mi diario para ti (después que terminamos)

2 07 2009

Y ahora, ¿qué hago con esto que siento? Sé que mucha gente tiene preocupaciones mucho más grandes e importantes que el hecho de extrañarte, pero para mí, ahora, esto es una prioridad.

Es un deseo, unas ganas inmensas de podar abrazarte, tocarte, poder darte muchos besos y tenerte a mi lado cada noche. Se también que ya pasé por eso en algún momento de mi vida, que lo creí poco sano  que a fin de cuentas me fue comiéndole alma y fue desgastando mi amor de a poco, pero necesito aprender a lidiar con esto ahora, tengo que sacarme esta idea de amor obsesivo y peligroso, y empezar a compartir tu idea de un amor menos estresante, que no me ahoga pero que siempre me deja con ganas de más; de poder tenerte un poco más, amarte y desearte todo el tiempo un poco más.

Lo haré por ti. Aprenderé a no ser tan enfermizamente celosa, a no ver el mal en las otras personas que te rodean y que solo te desean lo mejor. Entenderé que ambas necesitamos nuestro espacio y que compartimos lo justo y necesario para estar bien. Me tomará tiempo, y es por esa razón que espero tú estés dispuesta a pasa conmigo –mejor dicho- que estés dispuesta a seguir conmigo por mucho tiempo más.

Hace poco me di cuenta que ya no tengo esos impulsos de explicarme cómo es que funciona esta cosa del amor y los sentimientos; ya no los cuestiono. He entregado esa incertidumbre a otros y espero que les sirva para darse cuenta que es una búsqueda infructuosa, ya que por medio del ensayo y error me he dado cuenta que los sentimientos no tienen explicación, solo existen y viven en el corazón y crecen a una velocidad abrumadora (sobretodo con las fletas).

XX/XX/2007

Nota: En defensa mía, puedo decir que en ese tiempo escribía, vomitaba todo desde la estupidez y embobamiento del AMORSH.

TLW.





Malita Histérica

4 05 2009

En este pod hablamos con mi amiga Jo acerca de las relaciones a larga distancia, de como cada una ha lidiado con ellas, y una pequeña pelada de cable al respecto del “DIA DE LA MADRE” en Chile.
kudos!
Bbra.

Maldita Histerica & ParaLelas 4.mp3





Hoy en la mañana (parte III)…

28 11 2008


Fue en una de esas noches de fiesta universitaria, hace ya algunos años atrás. Ambas venían saliendo del campus en dirección a la parada del bus, mas en su mente había otras preocupaciones aparte de llegar sana a casa. La relación, según ella, ya no daba para mucho más de lo que ya había intentado de prolongarla. En realidad los intentos de mejorar la situación cada vez más parecían esfuerzos, y casi nada le nacía sin que su pareja se lo pidiera. Mientras camina hacia la entrada, y aprovechándose del alcohol que circulaba por su cuerpo, junto todo su coraje y la valentía que pudo y le pidió que parasen un momento, pues había algo que tenía que decirle, y que no podía esperar mas:

– Necesito hablar contigo
– Si. Me di cuenta. Has estado actuando muy rara estos días.
– De eso mismo quiero que hablemos.
– ¿Es algo de tu casa, volviste a tener problemas en tu casa o algo así?

En su mente, un millar de dudas rondan, sin sentido ¿Cómo es posible que quiera dejar ir a una mujer tan preocupada y atenta como ella? Trata de reordenar sus pensamientos, mas ahora el alcohol que en un principio la ayudó, entorpece su razonamiento, haciendo del acto venidero mucho menos lógico.

– No, no es eso… se trata de nosotras.
– ¿Qué pasa con nosotras?

Y esa era en realidad la pregunta clave, y que a la vez la torturaba. No pasaba nada de malo con “nosotras”, pensó, sino con ella y esa fijación que recientemente había desarrollado.

– ¿Qué me tienes que decir?
– No, no era nada, no te preocupes.- (¡Cobarde, eres una puta cobarde!).
– Mírame. Te conozco, y esos “nada” siempre implican algo más.
– No, en serio. Era solo una duda que tenía, sólo eso.
– No, no es solo eso. No soy tonta, sé que algo te pasa y no me quieres decir qué es.

“Nunca, preciosa mujer. Nunca te juzgue como tonta”. Piensa y da vueltas una y mil veces en su cabeza esas palabras pues sabe que, y aunque pueda disimularlo muy bien, su pareja sabe que hay algo más escondido detrás de esas palabras. Aún no procesa bien el alcance que sus próximas palabras pueden tener, y ahora el alcohol definitivamente no es su aliado. “¿Qué mierda estoy haciendo? No puedo, no puedo seguir así. Ella no está bien, sabe que algo me pasa, mas si le digo la causa, más fácil sería darle una cachetada y ahorrarle todo el sufrimiento y la angustia por la que ahora debe estar pasando”.

– ¡Hey! ¿Háblame por favor? Dime qué te pasa…

Silencio. Por algunos segundos solo hay silencio entre las dos. Todo alrededor parece normal, todo sigue su curso destinado. Las luces de la madrugada parecen de escarcha, y cobran vida con el viento salino que ahora recorre su espalda. La indecisión es ahora más grande que cualquier cosa que haya experimentado, ya que –en teoría- amarla siempre fue menos complicado que muchas de las cosas que ha vivido, hasta ahora. Desde ese momento, esa pequeña fracción de segundos en los que tuvo que dilucidar su futuro con ella, todo se volvió un gran desorden; empezando por lo que le respondió… el principio del fín.





Hoy en la mañana (parte II)

19 10 2008


-¿Entonces, ya lo superaste?
-No, no lo he superado. Digamos que aprendi a vivir con el.
-¡Ah! Lo siento entonces. Creo que me quede atascada. –Otra vez el desorden mental.
-¿Cómo atascada?
– A lo que pasó, todo lo que vivimos. Aún no puedo dejarlo atrás como tú.
– No he dicho eso, pero me hace mal hablar al respecto.
– O.K. creo entender. No te molesto más.
– No molestas, créeme.
– Bueno, era sólo para decirte eso. Ahora me voy.
– Bueno…cuídate. – Formalidades.
– Claro, tú también. Adiós.
– Chao.
Apaga el computador, pensando en lo que acaba de hacer, en lo que le dijo a esa mujer que aún permanece en su corazón. Piensa en que trató de ser sincera, de decirle toda la verdad y –de esa manera –tratar de limar las asperezas que habían rondado en su relación durante esos últimos meses en los que mantuvieron algún contacto, después de haber terminado la relación. Se sienta frente a la iglesia, nuevamente en su balcón, dispuesta contemplar la estatua de aquel hombre que, cada vez le hace estar más segura que los milagros no existen. De cierta manera, la presencia de aquella iglesia la abstrae de retomar el dañino proceso de recopilar la información que acaba de recibir, la de la conversación con su ex novia. Se distrae pensando en lo simple que es ser sólo una estatua, una creación detallada de algún artista que seguramente ya no vive, dado el decaimiento y las fisuras que el retrato póstumo de aquel arzobispo presenta. Se pregunta sobre la dedicación y las horas de arduo trabajo, de tratar de captar hasta el más mínimo detalle de ese hombre, que ahora se presenta ante ella:
– La inutilidad de esa estatua ahora se me hace más clara que antes- vuelve a pensar en voz alta, solo para exorcizar los demonios que tenía adentro. La observa con detenimiento, y se percata que esa figura solo le entrega un vacío más en su vida. Los ojos de aquella imagen, llenos de nada y plumas de aves, enfatizando que nunca se posarán en nadie en particular, que en realidad jamás responderán a las plegarias de nadie, puesto que nada ven. Las manos, la postura que tienen, ubicadas de manera tal, que parecen más dispuestas a recibir que a dar, y la gente, como buenos feligreses, le entregan todos sus penares y deseos, esperando ansiosos alguna ayuda divina que nunca llegará.
Y ahí, junto a todos esos miles de deseos y pecados ocultos, se encuentra ella, esperando en línea junto al resto de los fieles. Sabe que será una espera infructuosa, mas- y al igual que los de aquella estatua –sus ojos están cerrados a cualquier intento de hacerle ver la realidad de la situación; ya no la amaban como antes.





17 10 2008


Hoy en la mañana me subí al primer autobús que pude encontrar, y rogué por que este no se demorara tanto en llegar a su destino. Mientras espero que cambie el color de la luz del semáforo, observo como transita la gente y me pregunto qué estará pasando por sus cabezas.
Hoy en la mañana creí poder concentrarme en el micro y pensar en cosas positivas, que me apartaran de tu recuerdo, y por un momento creí haberlo conseguido, mas nuevamente me saboteo a mi misma y busco excusas para pensar en ti. Trato de pensar en la última conversación que tuvimos hace sólo algunos días atrás.
La mujer que acabo de ver, sentada en su balcón. Su departamento se encuentra ubicado justo al frente de la iglesia, y en la cúspide de esta se halla una estatua de cierto arzobispo local. Su mirada parece buscar consuelo en los fríos ojos de la inmóvil estatua, como esperando que esta –milagrosamente, haciéndole honor a su estatus de “santo”- se mueva, la mire directo a los ojos, y le diga que todo lo que ella busca encontrar llegará en su debido tiempo; el consuelo para su alma yace petrificado y cubierto de excremento de aves – “¡Que imagen mas consoladora!”- , piensa desde su balcón, y lo dice en voz alta, casi esperando que algún vecino la escuche gritar a esas altas horas de la madrugada –“¡Cállate y deja dormir! Seguramente eso me hubiesen gritado”. Sigue su dialogo mental, repasando una y otra vez el momento en que ella le contesta de manera sagaz, haciendo que el entrometido de su vecino se meta en sus cosas y la deje de putear. La colilla del cigarrillo le quema el dedo, mas ella no se percata, pues esta ensimismada meditando el cómo y por qué el ver sufrir y avergonzar a otro le causa tal placer –“Seguramente es porque relaciono el placer de fumar con maltratar a los demás”- piensa y se recrimina, ya que sabe que el verdadero motivo de su placer se encuentra en el morbo puro. Eso, y el hecho de que tuvo una mala semana en el trabajo, y siempre es bueno desquitarse contra alguien.
Había estado tratando de hacer algo al respecto de ese montón de pinturas y fotografías que cada día se le iban acumulando más. Todo para no tener que pensar en ella nuevamente. Se sienta frente a su computador a buscar posibles compradores, gente que estuviese interesada en su obra. En ese momento se percata que, muy en el fondo pero cada vez aferrándose con más fuerza, no quería deshacerse de todas las fotografías, mas debía hacerlo por razones de sanidad mental, y también porque necesitaba el dinero de manera urgente. En otras circunstancias podría haber despachado las obras en menos de tres meses, pero ahora le costaba desligarse de ellas. Su contenido no era diferente al de sus otros trabajos. Últimamente se había enfocado en lo simple, las cosas que resaltan por la simpleza de su belleza; todo lo que se observaba a simple vista –“Simple… todo era tan simple”- En su mente vuelan palabras e imágenes de momentos de éxtasis puro, de felicidad compartida, ganada y deseada; todas ellas relacionadas con lo que ahora llena de problemas su mundo –“¿Cómo puede la simpleza convertirse en algo tan dañino?”- Se sentó, prendió otro cigarrillo, tratando de no empezar a pensar en eso, en todo lo que llevo a mal término la última relación que tuvo; lo que le quitó la belleza a lo simple que era amarla:

-¿Alo?
– Hola, ¿estás muy ocupada?
– No, en realidad no mucho ¿Por qué?
– Quería disculparme.
– ¿Disculparte por qué?
– Por mi idiotez- Y una vez más, la culpa recae sobre ella.
-¿Idiotez, cómo?
– Claro, por mi comportamiento el otro día, cuando conversamos.- Espera algunos segundos por una respuesta.
– ¿Cuándo te pedí que no habláramos más del tema y de las decisiones ya tomadas?
– Claro, actué como una idiota.
– En realidad yo también quería hablar contigo de eso.
– ¿Si?- Algunas esperanzas nacen en ella.
– Si. Me quede con la impresión que te molestaste por algo.
– En realidad no es molestia… es más complejo que eso.
– ¿Más complejo, cómo?- Y ahora, ¿cómo le va a explicar todo lo que siente y pensó durante la semana?
– No creo poder hacer lo que me pediste es día. Eso de no volver a hablar del tema. Me afecta.
– A mi también me afecta. Es un tema pasado, y es inútil hablar al respecto.